14 may 2011

1 intento.


sábado 7 de mayo; entre mis sueños escuchaba la música "un día de enero", que me hacia recordar bellos momentos de mi vida, rodeados por un sol brillante y encantador, que me daba la grata e imaginaria sensación de que fuera verano, y que estuviera de vacaciones, sin nada que hacer más que descansar. Pero de repente recordé que esa hermosa canción era la que había programado en mi despertador; me levante y me empecé a prepararme para partir al preuniversitario.
En el momento en que salí de mi casa, me dio ganas de seguir soñando en mi cama, al toparme con 5 grados de temperatura, entre rápidamente a mi casa a buscar una bufanda y una chaqueta para protegerme de ese espantoso y oscuro frío, que daba un clara señal de que el invierno ya había empezado.
Desde la 9 de la mañana hasta las 1:20 de la tarde tuve clases, pero mi mente estuvo en otra parte, pensando cómo sería la salida a las galerías de arte, es decir, que pasaría en esta salida.
Después de esperar 10 minutos en la puerta de la sede, apareció en su auto, todo parecía recordar viejos momentos, en los cuales me iba a buscar a distintos lugares, con el objetivo de pasar un maravilloso momento con la persona que más queríamos. Pero ahora era todo distinto, ya no éramos una pareja. Un frío saludo en la mejilla, y fuimos a mi casa a buscar la cámara fotográfica que accidentalmente había olvidado.
En el auto, lo único que se escuchaba era la música, rodeada de un sentimiento de pena y rabia me impedía hablar. Llegamos rápidamente a Alonso de Córdoba, la gran escuchada calle, en donde se encontraban la mayoría de las galerías que debía visitar. Buscamos un lugar en donde no se cobrara estacionamiento, ya que encontrábamos un robo 350 pesos por 15 minutos, pero no dimos cuenta que en todas las calles había una prohibición de estacionarse a menos de que tuvieras una tarjeta que validara que vivías hay, pero luego recordamos que en el museo Ralli no cobraban y nos estacionamos ahí.
Al llegar a la galería artespacio, un muy simpático guardia, nos informo que todas las galerías de Alonso de Córdova cerraban los sábados a las 2 pm. Mirando mi reloj me di cuenta de que eran ya las 3:30, pero nos permitió ver ciertas esculturas que tenían en la recepción, y comentarnos un poquito de lo que el sabia.
Nos presento las siguientes obras: 









Nos dio a conocer, el nombre de sus autores y los precios por los cuales se vendían. Al ser una conversación tan simetría y fluida, no tome nota de los datos que me entregaba, pero recuerdo que todas costaban alrededor de 3 a 9 millones de pesos chilenos. Lo cual me sorprendió mucho, pero él nos explicaba que más que la escultura, se vendía el nombre del autor, ya que eran reconocidos en la industria de diseño.




Siguiendo nuestro camino, aplazando la conversación pendiente, decidimos corroborar que todos los lugares estuvieran cerrados, como nos habían informado. Pero en el fondo los dos sabíamos que no queríamos que nuestra salida terminara en ese momento, porque a pesar de la distancia que había marcado nuestra ruptura, estábamos acostumbrados a pasar días enteros juntos.
Entre conversaciones bajas y débiles, terminamos llegando a una de las galerías, llamada Animal, por fuera vimos que se encontraba cerrada por un candado gigante, junto a un restaurant que también se encontraba en el mismo estado. Pero de todas formas decidimos sentarnos en una de las mesas de cemento que ahí se encontraban, y descubrimos que junto a esta había una especie de fuente, con una gran cantidad de peces, los cuales se encontraban con mucha hambre, ya que al acercarnos, se amontonaron para acercarse a nosotros; esta situación hizo que se rompieran la barrera, de la indiferencia y disfrutar de nuestro encuentro.
Desde ese momento la salida cambio, nos empezamos a comunicar, como lo hacíamos antiguamente, pero manteniendo la distancia, como dos buenos amigos. Pero sin esconderlo, mi mirada delataba que yo aun sentía algo por él, y según mi apreciación, él igual, ya que siempre que podía me tomaba la mano de una manera suave y cariñosa, para dirigirnos a un lugar. De esta manera fuimos a conocer la galería AMS Marlborough, la cual se encontraba cerrada, pero la manilla de la puerta, me llamo mucho la atención, ya que poseía una forma especial para poner la mano.
Esto fue lo último que recorrimos en Vitacura, luego él decidió acompañarme al mall, para buscar un regalo para mi mamá. Pero la salida se fue formando repentinamente, en una cita, pero no de esas de pareja, sino de las cuales las personas recién se están conociendo.
Sin mentirles, les podría decir, que fue un día maravilloso, aunque no pude lograr mi objetivo, que era ver las galerías de arte, pero pude salir con la persona, que me hizo conocer un sentimiento que no conocía, y una faceta de mi, que nunca me habría imaginado.



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